Querer armar hoy un nuevo partido político es simplemente ganas de hacerse tonto. Si existe un organismo terriblemente despreciado es precisamente un partido. Nadie cree en ellos y la prueba son los resultados de las más recientes elecciones federales.
Habrá quien diga que estoy equivocado y m pondrá como ejemplo a Morena a escala federal), y a Movimiento Ciudadano (en lo estatal). A eso respondería que ambos partidos se manejan más como frentes, que como instituciones políticas tradicionales. Ya explicaré eso.
En los últimos veinte años hemos visto nacer y morir partidos, y nadie se lamenta por eso. Con el perdón de todos aquellos familiares y amigos que militan en un partido, pro hoy no son precisamente la mejor opción para la ciudadanía.
Si Xóchitl Gálvez quiere ser candidata a algo en 2027, o 2030, pues que lo diga de una vez y comience a trabajar en su candidatura independiente. Y lo mismo aplica para muchísimos políticos más en lo nacional como en lo regional.
Ser candidato independiente no significa ser el loco del pueblo que anda solo para todos lados. No. La independencia es de los partidos, pero quien aspire a un cargo por esa vía necesita a decenas, cientos o miles de personas que le ayuden. Hay que recabar firmas, organizar precampañas y campañas, organizar gastos, etcétera.
Y si una personas quiere interesar a los ciudadanos, debe hacerlo con anticipación. Para qué esperar. Pongan a López Obrador como ejemplo.
Se puede ser candidato independiente y ganar. En Jalisco lo hizo Pedro Kumamoto, y arrasó. Y en otros estados hemos tenido también casos de éxito. Todo es cosa de tener un buen proyecto y, lo más importante, ser disciplinado en temas de organización.
Y si no, hay otras opciones. Está el caso de Pablo Lemus. El hoy gobernador electo no es militante de Movimiento Ciudadano, y ha ganado cuatro elecciones seguidas. Está en la política porque MC lo invitó, él aceptó, y la gente votó por él, y por el partido.
Y algo similar ocurre con Morena. Es un partido que no tiene problema en invitar a ciudadanos, o incluso militantes de otros partidos, a contender bajo sus colores.
No necesitamos, insisto, nuevos partidos. Necesitamos personas que de veras quieran gobernar y tengan capacidad de convencer. Crear un nuevo partido es simplemente tirar dinero público a la basura.